Luego de una etapa marcada por los desplazamientos y la sumisión a otros grupos étnicos, los aztecas fueron ganando poder y territorio y su pensamiento religioso derivó en gran medida de las tradiciones culturales que encontraron a su llegada a México, que ellos mezclaron con sus propios mitos y ritos. Politeístas, los aztecas creían en una divinidad suprema de carácter dual, Ometéotl, padre y madre de los dioses, del que descendían los cuatro Tezcatlipocas, cada uno de ellos creador de un universo.
Estos cuatro mundos primigenios fueron destruidos uno detrás de otro por la envidia de los otros tres dioses. Finalmente, los cuatro Tezcatlipocas se reunieron en Teotihuacán para poner fin a sus discordias y crear un quinto universo. Para ello dividieron el cuerpo de la diosa de la Tierra, configurando la superficie terrestre y la bóveda celeste. Después tuvieron que autoinmolarse en el fuego para crear el Sol y la Luna, y el movimiento del Universo. Con este sacrificio nació el quinto mundo, el de Tonatiuh ("Sol en movimiento"), el de los hombres actuales. Precisamente éstos son los encargados de asegurar su supervivencia, suministrando a los dioses, especialmente a Huitzilopochtli, deidad nacional azteca y trasunto de los Tezcatlipocas, el chalchihuatl, "agua preciosa de los sacrificios", es decir, la sangre y los despojos humanos procedentes del sacrificio de los prisioneros de guerra.
Otro mito, éste de origen tolteca, habla del dios Quetzalcóatl y de su rey-sacerdote del mismo nombre, que aseguraron la paz y la prosperidad de su reino durante mucho tiempo, mediante rituales incruentos. Pero la llegada de unos poderosos hechiceros introdujo la práctica de los sacrificios humanos, y el entristecido Quetzalcóatl se retiró a morir a las tierras misteriosas de Oriente, más allá del Golfo de México. Según otra versión, el sabio sacerdote no murió, sino que se entregó a la búsqueda de la verdadera religión, del conocimiento del dios Ometéotl.
Otras divinidades aztecas importantes fueron Tlaloc, dios de la lluvia, Mictlantecuhtli, dios de la muerte, Tlazoltéotl, diosa de la lujuria "y comedora de inmundicias", Xippe Tótec, dios fecundador "nuestro señor desollado", Chalchiuhtlime "la del faldellín de jade", o Coatlicue "la de la falda de serpiente", madre de Huitzilopochtli.