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Arte Románico, un Canto de Alabanza y Mística Serenidad |
El siglo XI fue en Europa occidental una época de florecimiento económico, político, y sobre todo, religioso y monacal. La Iglesia triunfa y se renueva gracias a la acción de diferentes movimientos reformadores, las grandes abadías adquieren una influencia supranacional, y las nuevas formas del culto divino reclaman otro tipo de construcciones, más acordes con las necesidades de la liturgia.
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Colegiata de Santa María la Mayor, Toro, España |
Por todo el continente se extendió una fiebre constructora que llenó Europa de grandes monasterios e iglesias; siempre tengo la sensación de que este estilo
consigue el efecto de unir el pasado y el presente con el único fin
de provocar los sueños más hermosos, parecen pueblos
rescatados de eternos cuentos de hadas. La arquitectura medieval nos remonta de inmediato a un milenio atrás en la historia. Callecitas estrechas y tortuosas, arcadas ojivales y escaleras que conducen a pasadizos que a su vez conducen a otros... y en todo esto la influencia francesa resultó decisiva: desde el monasterio de Cluny, en Borgoña, los benedictinos cluniacenses exportaron su arte al resto de los países.
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Antigua Abadía de Cluny, en Francia |
Gracias a ellos, el románico, que nació de la tradición clásica romana y de la experiencia carolingia, se extendió por toda la cristiandad. Los monasterios cluniacenses (que llegaron a ser más de 1.000) se fundaron en todos los reinos europeos. Todos ellos contaban con una serie de dependencias comunes y con el mismo modelo de iglesia. Además, constituían centros de difusión cultural; aglutinaron las renovadas ideas cluniacenses, transmitiéndolas, a su vez, a las nuevas fundaciones, gracias al entusiasmo evangelizador de sus monjes.
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Catedral de Santiago de Compostela, España |
La unidad espiritual y constructora se vio favorecida, asimismo, por el establecimiento de los caminos de peregrinación como vías de comunicación. Todas las iglesias que guardaban reliquias recibían las visitas de peregrinos, pero sobre todo hubo tres centros que concentraron la máxima afluencia de fieles: Roma, Santiago de Compostela y Tierra Santa. A través de las rutas que llevaban a estos lugares, viajeros de todas las condiciones sociales dejaban tras ellos
la plasmación de las nuevas ideas artísticas procedentes de alejadas zonas del norte y del centro de Europa.
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Ábside de la Iglesia San Martiño de Gargantáns, Moraña, España |
Canteros, maestros artesanos o escultores tenían la posibilidad de ejercer sus oficios allí donde se les encomendaba una tarea. Este constante flujo de personas y los continuos intercambios de conocimientos a lo largo de las rutas de peregrinación hicieron que la arquitectura religiosa románica se configurara como un estilo artístico bastante homogéneo.
No obstante, el nuevo modelo estético sufrió una evolución a lo largo del tiempo, y así, al primer románico, durante los dos primeros tercios del siglo XI, siguió una etapa de esplendor en las formas artísticas, que se extendió desde el último tercio de dicha centuria hasta mediados de la siguiente; finalmente, en el período de transición, que alcanzó los primeros años del siglo XIII, el lenguaje románico se mezcla ya con el gótico.
La Arquitectura Románica
Los monasterios y las iglesias fueron las construcciones más características del románico. Los templos no sólo eran un lugar de oración, sino que constituían un espacio comunitario, un ámbito de reunión de fieles.
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Deslumbrante Conjunto Catedralicio de Pisa, Italia |
Los más importantes, por la magnificencia de sus proporciones, fueron las iglesias de peregrinación, situadas a lo largo de caminos de peregrinos y, en especial, las construcciones ubicadas en aquellas vías que tenían como meta la catedral de Santiago de Compostela (siglos XI y XII), modelo de máxima perfección arquitectónica.
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Cripta de Canterbury, Reino Unido |
En términos generales, se distinguen dos grandes grupos de construcciones: uno de planta longitudinal y otro de planta central.
Entre las iglesias de planta longitudinal destaca por su importancia la basílica, aunque existen multitud de variantes: iglesias de nave única -con el ábside incluido en la nave-, que derivan del oratorio de principios de la Edad Media; iglesias con planta de salón -con tres naves, todas de la misma altura-, características del sudoeste de Europa, sobre todo del Poitou, en Francia, o iglesias de dos alturas -una variante de las anteriores, con las naves laterales un poco más bajas que la central.
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Iglesia de Santa María de Eunate, España |
Por lo que respecta a los templos de la nave central, son edificios que se articulan en torno a un punto; su planta está formada a menudo por círculos, cuadrados y otros polígonos y, en la mayor parte de los casos, las capillas están integradas en la estructura. Como la iglesia de Santa María, de Eunate, en Navarra (siglo XII), o el baptisterio de
Milán (1153).
Pero si hay que destacar un modelo de iglesia románica, ése sería el de la basílica, ya que es el tipo de construcción más repetido. Se trata de un espacio longitudinal que se orienta en dirección oeste-este -pies-ábside-.
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Encantador detalle de la parte sur de la
Iglesia Santa Gertrudis de Nivelles, Bélgica |
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Son edificios de tres o cinco naves; la central o principal suele ser más alta y ancha que las laterales y, en ella, las ventanas procuran una iluminación directa al interior. El sistema de alzado del muro de la nave central acostumbra a tener varios pisos -como en Sainte Gertrude de Nivelles, Bélgica, construida entre los años 1000 y 1046, o en la catedral de Santiago de Compostela-. Sobre las arcadas se localizan una o dos galerías -triforio- y una zona de iluminación.
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Planta en forma de Cruz Latina,
Catedral Santiago de Compostela |
La división del espacio interior se articula mediante hileras de arcos semicirculares de medio punto, apoyados en pilares o en columnas que delimitan las naves en sentido longitudinal.
En alzado, esta estructura crea un ritmo que suele quedar interrumpido por la nave transversal, el transepto, que, a veces, configura en la construcción una planta de cruz latina, como sucede en Sainte-Foy de Conques, Francia (siglos XI y XII).
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Sainte - Foy de Conques, Francia |
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Ábsides de Sainte - Foy de Conques |
En la cabecera de la iglesia, se sitúa el prebisterio, que puede tener ábside único o bien una estructura formada por tres o más ábsides abovedados, el central más ancho, y con capillas radiales; otra posibilidad es que se prolonguen las naves laterales, generando el deambulatorio, primer paso hacia la girola del gótico. La iglesia románica es un espacio dinámico que se dirige horizontalmente hacia la zona del ábside, el corazón del edificio. Este ámbito se identifica con el santuario de Dios.
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Frente de la Abadía de Saint-Guilhem-le-Désert, Francia |
La distribución del espacio interior se complementa con la cubierta, cuya construcción constituía uno de los principales problemas del maestro de obras. Con el tiempo se sustituyeron las cubiertas planas de madera y se adoptaron las bóvedas semicilíndricas de piedra -bóveda de cañón-, reforzadas por arcos fajones.
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Catedral de Cremona, Italia |
Para la cubrición de espacios cuadrados se buscaron soluciones más simples desde el punto de vista constructivo; las naves laterales o criptas normalmente se techaban con bóvedas de arista, generadas como resultado de la intersección de dos medios cañones.
El punto fundamental de la iglesia es el crucero, zona de encuentro de los espacios longitudinal y transversal, que genera un espacio cuadrado, cubierto mediante una bóveda de arista o una cúpula semiesférica apoyada en pechinas o trompas, como en San Vicente de Cardona, Barcelona (1040).
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Iglesia de San Vicente de Cardona, Barcelona |
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Cripta de San Vicente de Cardona |
En el exterior, predominan los volúmenes regulares, sólo deformados por los planos inclinados de las cubiertas; incluso los sillares se tallaban siguiendo esas proporciones regulares. Pero la parte más significativa del exterior era la fachada, que reflejaba la distribución del espacio interior. Así, un edificio de tres naves se traduce en una fachada en la que una puerta central semicircular tiene a ambos lados arcadas abiertas o ciegas.
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Visión Nocturna de la Catedral Vieja de Hersfeld, Alemania |
Sobre la vertical de la puerta central se abre una ventana, de proporciones muy superiores a las de las que recorren la nave en sentido longitudinal, y que permite la entrada de la luz. A la altura de esta ventana se sitúa, en el interior, la galería o coro.
La fachada principal solía estar ricamente adornada; el pórtico constituía su elemento fundamental. Desde un punto de vista arquitectónico, se trataba de salvar el grueso muro de la construcción. Para lograrlo, se colocaban una serie de arcos o arquivoltas que disminuían de radio desde el exterior al interior y que descansaban sobre las jambas de la estructura.
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Iglesia de San Martín de Frómista, Palencia |
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Iglesia de San Vicente de Tahull, Lleida |
Por último, otro elemento fundamental era la torre -una o varias-, flanqueando la fachada, que otorgaba a estas construcciones su silueta típica -San Martín de Frómista, Palencia (construida después de 1066), con sus dos torres cilíndricas, o San Clemente de Tahull, en Lleida (1123), con su imponente torre de planta cuadrada y su característica decoración de influencia lombarda.
La Decoración
Ventanas, portadas y capiteles se llenaron de abundante decoración escultórica, que adquirió una función de lenguaje, de ilustración, en una época en la que los fieles analfabetos "leían" las historias sagradas en los relieves, lo que convirtió a la Iglesia en la "Biblia de los pobres". Evangelizar con el arte, esa era la idea. Al escultor no le importaba la perfección anatómica ni la belleza clásica, porque lo que buscaba era el simbolismo y la expresividad.
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Fresco del Siglo XI - Iglesia San Clemente, Roma |
Las figuras se alargaron y adelgazaron, transmitiendo así una extraña espiritualidad.
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Detalle del mosaico del ábside de la Iglesia de San Ambrosio, Milán |
Es frecuente la representación del Pantocrátor, imagen de Jesucristo entronizado el día del Juicio Final, acompañado del tetramorfos, animales que simbolizan a los evangelistas (san Juan es el águila; san Mateo, el ángel; san Marcos, el toro; y san Lucas, el león), rodeados, a su vez, por los ángeles músicos y los ancianos descritos en el Apocalipsis.
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Pantocrátor y Tetramorfos - Iglesia de Santiago, Carrión de los Condes |
Algunos de los más brillantes conjuntos escultóricos románicos pueden contemplarse en la Catedral de Santiago de Compostela, culminación del estilo, o en el claustro del monasterio de Santo Domingo de Silos, en Burgos, y en las iglesias de Saint-Trophime de Arles o Saint-Pierre de Carennac, en Francia.
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El Pesaje de las Almas - San Miguel y un Diablo Tramposo |
En España, durante los siglos XI y XII desempeñaron su actividad notables pintores que decoraron los muros, bóvedas y ábsides de algunos templos, con frescos de brillante colorido y grueso dibujo, pero, al igual que en la escultura, la pintura románica no pretendió la representación exacta de la realidad. Las figuras no son naturalistas y carecen de perspectiva, ya que el pintor prefiere plasmar vivencias religiosas antes que reproducir formas reales.