martes, 3 de mayo de 2011

La Filosofía, Herencia Griega

La vida de Atenas en el siglo V a.C. ofrecía al ciudadano varón nacido libre múltiples oportunidades para desarrollar todo su potencial como individuo. Atenas, con sus amplias libertades, permitió que el hombre se plantease, quizá por primera vez, los grandes problemas de su existencia al margen de las ideas religiosas de la época. Grecia es considerada madre de la filosofía. En ella se acuñó la palabra logos, término que está presente en dos rasgos esenciales e íntimamente vinculados a la actividad intelectual: la lógica, que remite al razonamiento, y el diálogo que refiere a la comunicación. Ya en el siglo VI a.C. comenzó a plantearse de manera crítica el origen del mundo. La audacia de estas reflexiones, inconcebibles hasta su aparición, transformó los límites del conocimiento humano: había nacido la filosofía.
Se considera a Tales de Mileto como el auténtico padre de la filosofía al ser el primero en cuestionarse el origen del mundo. Tras la aparición de esta nueva línea de pensamiento es que cobra protagonismo Sócrates. Su método consistía en pasear por las calles de Atenas para dialogar con los ciudadanos, a los que abordaba con preguntas filosóficas del tipo ¿cómo llegaremos a la verdad?, ¿qué es la virtud?.
Tras una serie de preguntas, el individuo quedaba envuelto en nuevos interrogantes hasta que terminaba confesando su ignorancia.
Sócrates no dejó obras escritas, de él sólo se sabe lo que le atribuye Platón en sus textos. Aun así es considerado padre de la filosofía occidental.
La actividad de los filósofos se asociaba con lo político (polis = ciudad), a veces con riesgo para su vida. El caso más notorio fue el de Sócrates, que fue condenado a muerte por su relación con Alcibíades, quien en la guerra de Atenas con Esparta osciló entre el bando demócrata y el oligárquico.

"Sócrates arranca a Alcibíades de las garras del placer sensual" de Regnault

La Mayéutica es el método creado por Sócrates, según el cual el maestro, mediante la formulación de preguntas adecuadas, provoca en el alumno el hallazgo de las verdades que ya posee de manera latente en su interior.
En la Grecia clásica, los filósofos se convirtieron en una pieza esencial de la paideia (educación) de las nuevas generaciones en sustitución de la formación tradicionalmente confiada a la familia.
Sócrates fue acusado de herejía y de corromper la moral de los jóvenes con sus discusiones acerca de determinados temas.
Calificado de ciudadano inconformista, fue acusado de impiedad por proponer el culto a unos dioses distintos de los existentes en Atenas. Al ser condenado a muerte, bebió ante sus discípulos la cicuta, tras haberse negado a llevar a cabo la fuga que éstos le habían preparado.

"La Muerte de Sócrates" de Jacques-Louis David

Platón sostuvo que las ideas existen al margen de las cosas y que el cuerpo es una cárcel donde vive recluida el alma hasta la hora de la muerte.
En sus diálogos de La República, Platón resumió su ideario político: un estado aristocrático en manos de los más justos y sabios, que, para él, eran los filósofos.

"Platón" de Rafael Sanzio

Aristóteles conjugó el empirismo con la abstracción, sentó las bases del pensamiento científico y fundó la lógica como matriz del razonamiento.
Platón y Aristóteles sentaron las bases de dos tendencias filosóficas contrapuestas: Platón era considerado el padre del idealismo y Aristóteles es visto como un referente del materialismo.
El idealismo antepone lo subjetivo a la realidad y cree que las ideas existen independientemente de lo material.
En cambio el materialismo prioriza lo objetivo y sostiene que la materia es el elemento constitutivo del mundo y de la propia subjetividad humana.
Diógenes el Cínico basaba su filosofía en una renuncia a toda convención social. Afirmaba que el sabio debía tender a liberarse de los deseos y a reducir todo lo posible sus necesidades; él mismo caminaba descalzo, tenía una sola túnica y habitaba en un tonel, lo que provocaba la burla de algunos y la admiración de muchos por la consecuencia vivencial de sus ideas.

"Diógenes, el Cínico" de Jean Leon Gerome

Zoroastro fue un filósofo persa del siglo VII a.C. Reformó el "mazdeísmo" -primitiva religión persa- y cimentó su doctrina en la existencia de dos principios básicos: el Bien y el Mal.

"Zoroastro" de Rafael Sanzio

Heráclito es considerado el padre del pensamiento dialéctico, lo que originariamente se identificó con el arte del diálogo.

"Heráclito" de Rafael Sanzio

Euclides es el referente de la geometría hasta la actualidad, su obra influyó en los matemáticos árabes y occidentales.

Euclides

Pitágoras fue un físico, geómetra, matemático, astrónomo y músico oriundo de Samos; fundó en Crotona (actual Calabria) una escuela de filosofía.

Pitágoras

El tema del conocimiento y la relación entre éste y la realidad apasionó a los griegos. De ahí que llegaran a formularse una de las preguntas centrales de la filosofía : ¿qué es lo que hace que las cosas sean?
Para Platón, las cosas no eran más que la materialización de ideas preexistentes.
Para Aristóteles, en cambio, eran fruto de un proceso -natural o artificial- que se volvía comprensible a partir de responder a cuatro interrogantes básicos:
  1. - ¿Cuál es la materia?
  2. - ¿Cuál es la forma?
  3. - ¿Qué o quién es el agente transformador?
  4. - ¿Cuál es la finalidad de la transformación?

martes, 26 de abril de 2011

El Regreso de Eiximenis

Hace ya un año atrás comenté sobre Francesc Eiximenis, aquel religioso y polígrafo catalán que se dedicó a la enseñanza y, a pedido de Pedro el Ceremonioso, redactó una vasta enciclopedia moral para saber gobernar: Lo Crestià (El Cristiano).
La obra fue iniciada en 1379 y trata sobre "todo el fundamento del cristianismo y todo lo que conviene a quien siga la vida cristiana y quiera aprovechar y acabar sus días en ella".
Hoy retomo con la ciudad ideal imaginada por el eximio teólogo aunque en esta oportunidad nos alecciona sobre clases sociales y protocolo y advierte sobre las profesiones relacionadas con la Ley y el Derecho, a saber:
Los habitantes de la ciudad se dividen y organizan en tres apartados.
Pertenecen al Mayor los ciudadanos honrados que viven de sus rentas, como los caballeros a los que se les dispensará un trato similar. Si, por ejemplo, estos fueren condenados a muerte serán decapitados, no ahogados ni colgados.
El grupo Mediano lo forma la clase media: juristas, notarios y mercaderes poderosos.
Forman el tercero o Menor las personas que se ganan la vida como artesanos y menestrales, plateros, zapateros, herreros... que no reciben el nombre de ciudadanos sino el de habitantes y vecinos de la ciudad.
No incluía como vecinos y mucho menos como ciudadanos a peregrinos, mensajeros, habitantes temporales, sirvientes ni libertos.
Los cargos estaban reservados a los Mayores, a los ciudadanos honrados o patricios, quienes obligados por su posición debían cultivar las virtudes en grado sumo: decir siempre la verdad, ser leales, no despreciar a nadie, velar por la comunidad, impedir que se hable mal o se ridiculice a los ausentes, aconsejar con lealtad, rehuir las malas compañías; ser cortés, educado, hospitalario, evitar la ira, entre otras múltiples cualidades. Pero lo que había que castigar más que todo era la avaricia, este vicio debería castigarse expulsando al avaro de la ciudad para toda su vida y cuando muera, ser enterrado entre los asnos.


Sólo los ciudadanos mejores y más sabios debían estar junto al príncipe para servir a la comunidad. Tambien aconsejó sobre la edad y el sexo de los consejeros. Advirtió que siempre se debe dar prioridad a los veteranos porque los jóvenes y las mujeres son apasionados y carecen del mínimo sentido común y de la sabiduría necesaria para gobernar.
Aconsejaba que los políticos debían ser pocos porque las multitudes siempre son proclives a discusiones y peleas, además si se equivocan es mejor culpar a unos pocos.
Los consejeros debían procurar el progreso de la comunidad, cuidar muy bien de la "cosa pública", limpiar la ciudad de inútiles, ociosos -con excepción de mendicantes- y de quienes practicaban oficios y artes perjudiciales para la comunidad tales como magos, hechiceros, nigromantes y alcahuetes.
Eiximenis acusaba a los alcahuetes de romper matrimonios o dar lugar a hijos ilegítimos o bastardos. Aunque la presencia de un bastardo en las casas nobles podría ser útil para encargarse de negocios impropios de un auténtico noble.
Asimismo consideraba peligrosos para el matrimonio quienes tientan a las mujeres casadas predisponiéndolas a entregarse a cualquier hombre como si fuera un animal; a quienes las asaltan en lugares apartados y a los chantajistas que las amenazan con divulgar hechos inconfesables, reales o inventados...
Volviendo a los consejeros, Eiximenis les recomienda no mezclarse con el vulgo, para eso deberá frecuentar poco las plazas y lugares multitudinarios porque demasiada familiaridad engendra desprecio y cuanto más se los conoce, mejor se ven sus defectos.
El regidor se presentará en público sólo en caso de necesidad y se presentará tarde, tal como corresponde a su persona.
Se mostrará sonriente, sin llegar a la carcajada, hablará en primer lugar y pausadamente, debiendo tener previamente estudiado qué va a decir o hacer y cómo. Después escuchará, se mostrará benévolo y no dará la razón a nadie en todo, salvo si quiere que el otro se calle.


Siguió con las profesiones relacionadas con la Ley y el Derecho.
Según el fraile, también debían ser pocos.
Escribanos y notarios dan fe, pero como son pocos los hombres en los que se puede creer, no deben ser muchos. Los escribanos deben ser personas agudas y sutiles, muy bien elegidos, capaces de entender los contratos, muy conocedores porque con su pluma pueden hacer que las propiedades se pierdan o se ganen.
Los notarios por su elevado estado están llamados a cobrar grandes salarios pero si su número se multiplicara serían pobres y se prestarían a falsificar documentos.
Fiscales y alguaciles, también, pocos. Porque los fiscales, a veces, acusan por los intereses y derechos que les corresponden y encuentran crímenes donde no los hay siempre que los beneficie a ellos o a sus señores.
Y sigue, cuantos menos alguaciles, mejor, porque por dinero pueden diferir la ejecución de las sentencias.
Por último, les toca el turno a abogados y juristas: deben ser pocos porque se consideran dignos de un alto estado y para conseguirlo, cobran grandes salarios, dilatan pleitos, aceptan muchos, se ocupan de pocos y convierten lo claro en oscuro. Sentenció: -es un oficio importante si lo realizan hombres honrados pero cuando lo ejercen deshonestos se convierte en una desgracia para el cliente.
Es palabra de Eiximenis.

martes, 19 de abril de 2011

Cristianismo Temprano: Persecuciones, Catacumbas y Mártires

Jesús de Nazareth inició en 27 a.C. la difusión de su doctrina: predicó el amor al prójimo, anunció el Reino de Dios y se presentó como su Hijo y Mesías. En muy breve plazo, reunió discípulos de todos los medios sociales y el número de adeptos creció rápidamente. Tanto, que en su entrada en Jerusalén, durante la Pascua del año 30, fue aclamado por las multitudes.

Entrada de Jesús en Jerusalén

Tanta popularidad atemorizó a saduceos y fariseos que tomaron medidas contra quien consideraban un alborotador. Jesús fue entonces acusado de blasfemia. El Sanedrín -máxima autoridad religiosa judía- después de requerir la intervención del gobernador romano, Poncio Pilatos, lo condenó a muerte.

Jesús es interrogado

Pero, tras su crucifixión y legendaria resurrección, sus discípulos empezaron su tarea evangelizadora propagando la nueva religión. Los primeros cristianos vivían dentro del marco espiritual de la sinagoga y participaban en los sacrificios y cultos judíos. Sólo la celebración en sus casas de la eucaristía, instituida por Jesús en la Última Cena, los distinguía del resto de la comunidad hebrea. Además, la vida cristiana pronto se caracterizó por la idea de la fraternidad. Existía la preocupación por los pobres y por los que padecían por causa de la fe, exigía pureza de costumbres e imponía la confesión pública de los pecados.

La Última Cena

Los judíos de la diáspora, los más abiertos a las influencias culturales, se convirtieron en el puente de transición entre la joven doctrina y el mundo grecorromano. Pablo de Tarso (10 d.C.- 67 d.C.), de raíces judías pero ciudadano romano de nacimiento, era un fariseo observante y fue el más enconado perseguidor de los cristianos en la región de Damasco. Pero, en el año 33, cuando se dirigía de camino a esa ciudad tuvo una revelación y se convirtió a la fe cristiana. A partir de entonces se distinguió por su espíritu apostólico y viajero. Impulsó el cristianismo, fundó numerosas comunidades cristianas en el Mediterráneo y fue el primer teólogo. Murió decapitado, víctima de la persecución de Nerón.

Conversión de San Pablo

Pedro, designado por Jesús como cabeza de su Iglesia, trasladó el centro del cristianismo de Jerusalén a Antioquía y desde aquí a Roma, donde murió martirizado en la primera persecución.

Crucifixión de San Pedro

Para el año 200, el cristianismo tenía adeptos prácticamente por todo el Imperio Romano. Un siglo más tarde alcanzaba los límites de Persia y de la India, y ya existían regiones y ciudades donde era la religión mayoritaria. Como contrapartida, el cristianismo sufrió sangrientas persecuciones. La primera la emprendieron los propios judíos y causó la muerte en Jerusalén de San Esteban por martirio.

Martirio de San Esteban

Sin embargo, también los emperadores romanos oficializaron las persecuciones contra los cristianos. El primer episodio ocurrió entre los años 64-68 por motivos inciertos y, ante la perspectiva de sufrir una muerte violenta como la de Jesús, las catacumbas -cementerios subterráneos que gozaban de protección legal- les sirvieron de refugio. Allí enterraban a sus muertos, practicaban las ceremonias del culto y adquirieron un valor religioso consagrado por el resto de los mártires quienes cayeron bajo el ataque del Estado, que veía a la nueva religión como una creciente amenaza.

Catacumba


La acusación de haber incendiado Roma que Nerón vertió sobre ellos demostró que esta secta minoritaria carecía de una buena reputación popular. Los cristianos también se reunían en casas particulares y para reconocerse entre sí usaban la cruz, por la crucifixión; la paloma, porque su hígado carecía de hiel; y el pez, porque, en griego, "ijtys" (= pez) formaba la sigla de "Jesus Cristo Theú Yos Soter", que significa: "Jesucristo, hijo de Dios, salvador". A partir del siglo III, se añadieron motivos paganos, como la figura del Buen Pastor. Perseguidos sin tregua, muchos de ellos fueron muertos por crucifixión o quemados vivos para servir como lámparas en el jardín del propio emperador. En los circos, fueron devorados por las fieras. Sin embargo, miles de personas eligieron morir como mártires antes que renunciar a su nueva fe.

Antorchas Humanas

Pero paradójicamente, el ejemplo de los mártires les proporcionó una propaganda inesperada. Las persecuciones fueron reprobadas por los mismos emperadores, pero sin embargo en 202, Septimio Severo nuevamente condenó bajo pena de muerte la conversión al cristianismo. Su edicto provocó durísimas persecuciones en el siglo III, alegando que los cristianos despreciaban la religión oficial y que eran una fuerza disgregadora de la unidad imperial. En 302, fueron excluidos de la milicia y de los cargos públicos. Se confiscaron sus bienes, se prohibió su culto y se destruyeron sus centros de reunión. También se impuso la obligación de ofrecer sacrificios a los dioses romanos y al emperador, los que se negaron fueron esclavizados. Felizmente, las persecuciones terminaron en 313 cuando Constantino promulgó el Edicto de Milán.