Santa Teresita del Niño Jesús, Milagros y Rosas

Santa Teresita del Niño Jesús

La joven monja es Patrona Universal de las Misiones junto con San Francisco Javier y fue declarada Doctora de la Iglesia por Juan Pablo II por la solidez de su sabiduría espiritual. Nació en Alençon, Francia, en 1873; cuando cumplió 17 años hizo sus votos de pobreza, castidad y obediencia y quedó constituida Hermana Carmelita, Hermana Teresita del Niño Jesús.

De salud muy delicada, igualmente quería cumplir las penitencias y decía: "Soy un alma muy pequeña que sólo puede ofrecer cosas muy pequeñas a Nuestro Señor, quiero buscar un camino nuevo hacia el Cielo, muy corto, muy recto, un pequeño sendero... Mi caminito es el camino de la infancia espiritual, el camino de la confianza y de la entrega absoluta".

Toda la vida de Santa Teresita del Niño Jesús fue, según su propia expresión, "un cántico al amor" y efectivamente el amor ocupó en su vida un lugar enteramente central. Decía que quería amar a Jesús "como jamás había sido amado", que no conocía otro camino para llegar a la perfección que el amor y que en la vida espiritual sólo pesa y cuenta el amor.

Dulce Teresita

Poco antes de morir, culminó su libro "Historia de un Alma" y pide que no se lleven flores a su tumba, que todo sea donado a los pobres y dice: "Después de mi muerte derramaré una lluvia de rosas. Quiero pasar mi Cielo haciendo el Bien en la Tierra".

Murió en 1897, a los 24 años de edad, enferma de tuberculosis. Su entierro fue humilde y en el solar del convento quedó sepultada como una ignorada y pobre mujercita de pueblo pero, efectivamente, la Santa cumplió con la promesa de hacer caer una lluvia de rosas después de su muerte, es decir una lluvia de beneficios hacia todos los que la invoquen.

Casi inmediatamente después de su fallecimiento fueron tan numerosos los milagros obtenidos, que la Santa Sede dispensó los acostumbrados cincuenta años que deben transcurrir y fue declarada Santa en 1925 por el Papa Pío XI porque en veinticinco años se contaron más de cuatro mil prodigios atribuidos a su intercesión.