martes, 16 de marzo de 2010

Renuncio a Ser Adulta

Con la presente, declaro mi renuncia a ser adulta:
He decidido aceptar la responsabilidad de tener seis años nuevamente.
Quiero ir a Mc Donald's y pensar que es un restaurante cinco estrellas.
Quiero navegar barquitos de papel en un estanque y hacer anillos tirando piedras al agua.


Quiero pensar que los dulces son mejores que el dinero, pues se pueden comer.
Quiero salir cómodamente de mi casa sin preocuparme por cómo luce mi cabello.
Quiero tener alguien que me arregle y me planche la ropa.
Quiero regresar a mi casa, a una comida casera y que alguien corte mi carne.
Quiero tomar largos baños y dormir diez horas todas las noches.
Quiero abrazar a mis padres todos los días y enjugar mis lágrimas en sus hombros.


Quiero regresar a los tiempos donde la vida era simple...
Cuando todo lo que sabía eran colores, tablas de sumar y cuentos de hadas; y eso no me molestaba porque no sabía que no sabía y no me preocupaba por no saber.
Cuando todo lo que sabía era ser feliz porque no sabía las cosas que preocupan y molestan.
Quiero pensar que el mundo es justo. Que todo el mundo es honesto y bueno.


Quiero pensar que todo es posible.
En algún lugar de mi juventud maduré y aprendí demasiado.
Aprendí de armas nucleares, guerras, prejuicios, hambres y de niños abusados.
Aprendí sobre las mentiras, matrimonios infelices, del sufrimiento, la enfermedad, el dolor y la muerte.
Aprendí de un mundo donde saben cómo matar y lo hacen.


¿Qué paso con el tiempo en que pensaba que todo el mundo viviría para siempre porque no entendía el concepto de la muerte?
Cuando pensaba que lo peor que pasaba era que alguien me quitara mi muñeca y cuando no necesitaba lentes para leer.


Quiero alejarme de las complejidades de la vida y excitarme nuevamente con las pequeñas cosas, una vez más.
Quiero vivir simple, nuevamente.
No quiero que mis días sean de computadoras que se inhiben, de la montaña de papeles en mi escritorio, de noticias deprimentes, ni de cómo sobrevivir unos días más al mes cuando ya no queda dinero en la chequera.


No quiero que mis días sean de facturas de médicos o medicinas.
Quiero creer en el poder de la sonrisa, del abrazo, del apretón de manos, de la palabra dulce, de la verdad, de la justicia, de la paz, los sueños y de la imaginación.

7 comentarios:

Ramiro dijo...

Un post excelente Caro. Dificil volver a todo eso, no saber las cosas que uno sabe sería una bendición.

Lo que no hay que hacer es resignarse, sino que sabiendo que no se puede volver el tiempo atrás, buscar la manera de disfrutar las pequeñas cosas del día a día, sino vivimos una vida deseando otra.

Besos

Alejandro dijo...

Cuando era chico solo me importaba jugar a la play con los amigos y ahora me importa mas la politica y salir a algun lado los fines de semana.

Hace poco hice un posteo sobre esto de "madurar" relacionado con Dragon Ball Z y la verdad es que a veces uno desearia poder volver, pero no solo es imposible sino que si volvieramos... no seria lo mismo.

El ultimo parrafo es genial.

Daniel dijo...

Ya no podemos confiar -como cuando eramos chicos- en que todo está bien porque los "grandes" saben lo que hacen...

Pero tal vez podamos confiar en que todo está bien, porque Dios sabe lo que hace.


PD. A ver si con esto me reivindico de mis comentarios herejes en tu post anterior.

Patricia dijo...

excelente entrada, Carol! conservar la frescura, la mirada abierta, la alegría porque sí...
si eso perdura, aún no nos hemos perdido en una reseca adultez.
un fuerte abrazo!

Anónimo dijo...

Excelente texto. Que bueno sería volver, pero es imposible.
Besos

Emilio Muñoz dijo...

Te das cuenta, Caro??? Este escrito tuyo es una declaración de principios, un himno, una declaración de paz (no de guerra).

Y para alguien que denuncia la perdida de humanidad que supone pasar de niño a adulto, tu declaración suena a música celestial.

Porque los niños son alma pura, bondad innata, amor sin condiciones. Los adultos somos cerebro total: supervivencia, egoísmo, competitividad, violencia de cualquier tipo... Con excepciones y grados siempre, por supuesto.

Comprenderás mi continúa lucha, no por ser niño, sino por conservar el espíritu del niño que fui. Y lucho, no por ser un adolescente, sino por conservar el espíritu del adolescente que fui, y, no por huir del adulto que soy, sino para hacerlo humanamente mejor.

En un mundo para el que la sensibilidad es un signo de debilidad, para el que presumir de potencia sexual es admirable, pero hablar de intensidad amorosa es de ilusos, leer lo que has escrito es relajante y tonificador.

Admiro a esos ángeles enanos que son los niños. Y admiro a esos adolescentes soñadores. Ambos se alimentan de la ilusión de vivir lo que son, del entusiasmo de descubrir lo que llevan en su alma.

Me alegra haber encontrado este escrito. Y más me alegra comprobar que hoy podrías escribir lo mismo.

Me entusiasma comprobar que vive en ti el espíritu de niños y adolescentes.

Eres llama, eres energía, eres vida, Caro!!! Y me alegra habernos encontrado...

Un enorme abrazo, querida amiga!!!

Emilio Muñoz dijo...

Y sabes tú una cosa? Morimos cuando renunciamos a vivir. Puede ser que nuestro cuerpo siga vivo, pero nuestra alma languidece cuando vamos renunciando poco a poco a ilusiones y sueños, o cuando la esperanza se evapora y la fatalidad ocupa su lugar.

Desde no hace más de un año sueño decir que en nosotros viven tres seres, pero en cada ser con diferente intensidad: el niño, el adolescente y el adulto. El adulto debería ser la sabiduría que mantenga viva la alegría del niño y la ilusión del adolescente. Pero el adulto realmente se dedica a anular al niño y al adolescente.

Comprendes mejor ahora la razón de mi entusiasmo cuando encuentro personas que cuidan sus niños y adolescentes??? Y siempre, cuando esto ocurre, sois personas llenas de ternura, de entusiasmo, de impaciencia por vivir... llenas de luz, que se proyectan más allá de la realidad.

La alegría nunca abandona a los niños. Eso es lo que te deseo!!!

Un enorme abrazo, querida amiga!!!