Felicitas Guerrero |
Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto (Buenos Aires, 1846 - 1872) fue una dama porteña, considerada entonces "la mujer más bella de la República Argentina" y protagonista de uno de los grandes dramas románticos de la alta sociedad porteña del siglo XIX. Felicitas fue una adolescente que a los 16 años, y contra su voluntad, contrae matrimonio con Martín de Álzaga, nieto del homónimo héroe español que participó de la defensa de Buenos Aires contra los ingleses en 1807.
Álzaga, de 50 años, mantenía una concubina en una de las casas de su estancia La Postrera. La mujer se llamaba María Caminos, con ella convivió casi 20 años y tuvieron cuatro hijos pero él nunca formalizó la relación. Cuando conoce a Felicitas, cae rendido de amor y abandona a María.
Uno de sus pocos momentos felices |
La desgracia de Felicitas comienza cuando Álzaga decide reunirse con el padre de ella, Don Carlos Guerrero introductor local de la raza vacuna Aberdeen Angus, para pedir su mano; Felicitas imploró a sus padres que no se la concedieran a causa de la gran diferencia de edad con su pretendiente. Pero su padre se negó y consideró propicia la unión, ya que su futuro esposo poseía varias extensiones de tierras y gran riqueza.
Martín de Álzaga y la pobre Felicitas se unieron en matrimonio tres semanas después de que ella cumpliera los 16 años, en 1862. De esta unión nació un niño llamado Félix Francisco Solano de Álzaga Guerrero. Su padre lo nombró heredero universal, pero la fatalidad golpea a la pareja cuando en 1869 el niño muere en un accidente.
Amor imposible |
Esta desgracia destrozó a Martín y a Felicitas pero ella pronto volvió a quedar embarazada, mientras se agudizaban los achaques de su marido y se deterioraba su salud. El estanciero preparó un nuevo testamento. Esta vez, declaraba que su heredero sería el nuevo niño que se estaba gestando. Y aclaraba que si volvía a ocurrir un accidente y perdía a su nuevo hijo, sería su mujer quien recibiría la herencia. Apenas 48 horas después del acto notarial, Felicitas tiene familia pero un nuevo golpe los asestaría: muere su hijo recién nacido por complicaciones de parto. Del terrible golpe, muere don Martín, quedando Felicitas joven, viuda, rica, y, a la edad de 26 años, heredera única y universal de todos los bienes.
Su belleza y riqueza se constituían en razones más que suficientes para ser una mujer solicitada por diversos pretendientes de la ciudad de Buenos Aires que compartían junto a ella veladas en los salones literarios. Ella no se decide abiertamente por ninguno, provocando los celos de más de uno de ellos.
Pasan los años, y en enero de 1872 Felicitas organiza en su estancia La Postrera a orillas del río Salado, una gran fiesta con motivo de la inauguración de un puente, porque ella fue nombrada madrina.
El hermoso castillo de Guerrero |
La fiesta, que iba a contar con la presencia del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Emilio Mitre, la encuentra muy atareada con los preparativos; viaja a Buenos Aires para realizar algunas compras para la ocasión y al regresar a su quinta de Barracas por la noche, se encuentra con que uno de sus enamorados, Enrique Ocampo (tio de Silvina y Victoria Ocampo), la estaba esperando. Resulta que él se enteró que Felicitas mantenía una relación secreta con el joven Samuel Sáenz Valiente y cegado por los celos, fue a pedirle explicaciones. Felicitas se negó a atenderlo pero Ocampo dijo que no se iría sin hablar antes con ella, entonces lo hacen pasar al escritorio y allí va Felicitas.
Mansión de Felicitas, en Barracas |
La discusión empieza a subir de tono y, ofuscada, se dispone a dar por terminado el asunto, Enrique se enfurece, saca un estilete con su mano izquierda, a la vez que de su bolsillo derecho saca un revólver Le Forcher calibre 48 y le pregunta: "¿Con cuál de estas armas preferís morir?" Felicitas trata de escapar, pero éste le dispara por la espalda, hiriéndola a la altura del homóplato derecho. Un iracundo Enrique Ocampo la da vuelta y vuelve a dispararle, esta vez en el pecho.
La mujer quedó tendida en forma transversal a la puerta, su hermano y su primo corren hacia el escritorio pero su cuerpo impidió que la puerta se abriera y en eso estaban cuando se escucha un tercer disparo. Ocampo se suicidó.
Felicitas, Mito de Buenos Aires |
La joven quedó gravemente herida y agonizó durante toda la noche; en la mañana del día 30 de enero de 1872 murió en los brazos de sus padres. Ante tamaña desgracia, don Carlos Guerrero y Felicitas Cueto decidieron que la mejor manera de recordar a su hija era donando sus bienes para erigir una iglesia.
La hicieron construir en lo que fuera la quinta de su muy amada hija, y la llamaron Iglesia Santa Felicitas, hoy en la calle Isabel La Católica 520, y colocaron una placa, en la que aún hoy puede leerse "Capilla de Santa Felicitas. Fundada el 30 de enero de 1879 por Carlos J. Guerrero y Felicitas C. de Guerrero en memoria de su hija Felicitas G. de Álzaga".
Iglesia Santa Felicitas |
Los Guerrero y los Ocampo, cada uno por su cuenta, dieron sepultura a sus hijos en el cementerio de la Recoleta. El diario La Nación publicó y advirtió a sus lectores: "Deploramos el fin trágico de esa distinguida y virtuosa dama, víctima del furor de un hombre enamorado. Pero nos alegraría que las niñas sacaran de este hecho aislado un saludable ejemplo, una lección provechosa. El amor de la coqueta es también como las alas de la mariposa: polvo de oro y carmín que se desvanece al más leve soplo".
7 comentarios:
Qué fea la época donde los casamientos eran arreglados. Igual hay que verle el lado positivo, si no funcionaba le podías echar la culpa a otro, jajajajajaja.
Besos y buen finde!
Lo amorios no correspondidos y arreglados de antemano no funcionaron nunca ,una lastima yo me queria casar con Diane Lane y nadie me quizo arreglar la boda jeje.
Gracias a tu entrada ya tengo peli para el finde .
Un abrazo
Toujours tragiques les histoires d'amour...
Bisousssssss
querida Carol, ponés unos dramas terribles pero, sin embargo, tenés el don de regalarme siempre una risotada con los comentarios que ponés!!!! gracias, hermosa!
un beso grande.
¡Pobre chica!, que destino tan cruel le prepararon los padres. Y luego quedan tan bien construyendo una iglesia en su honor :) Que pena que las mujeres, pobres o ricas, siempre hayan estado sometidas a los padres, al marido... Menos mal que algo hemos adelantado, ¿no?
Debo decir, muy a mi pesar, que el comentario moralizador de La Nación no ha surtido efecto. Las niñas de hoy siguen siendo tan coquetas como la desdichada Felicitas (aunque en general, más pobres).
Oi querida,
Linda postagem, nunca deveria parar com esse blog.
Contas Histórias lindas.
A vida não é fácil!
Beijos no coração
Lua Singular
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