Un "Shopping" bajo Tierra

Suena extraño, no? pero así es, Buenos Aires tiene la galería bajo tierra más grande de la Ciudad. Arriba puede llover a cántaros, haber manifestaciones, caos de tránsito o caerse el mundo pero bajo mi querido Obelisco se puede hacer un parate o un pequeño trámite sin enterarse uno de nada. El túnel que une las bocas de las líneas B, C y D del subte y cruza la 9 de Julio cuenta -por sólo nombrar algunos- con cerrajerías, negocios de antigüedades, de monedas, de estampillas; de diarios desde el año 1870, una super peluquería retro, una juguetería antigua y varias rarezas más. Los efervescentes y bohemios años '60 fueron los de su mayor brillo, la galería hacía furor día y noche.

Los primeros años fue toda una novedad palpitante, hasta venían al anochecer para conocer el "shopping" antes de las funciones de teatro. Hoy en día, durante las horas pico miles de personas lo atraviesan apuradísimas pero ya nadie viene de paseo por aquí, no es novedad; pero el pasaje subterráneo que se inauguró en 1949 todavía resiste y cuenta con unos 50 locales funcionando. Uno de los que más llamaron mi atención es el de diarios antiquísimos. Allí se atesoran valiosas ediciones de acontecimientos que dejaron profunda huella en la historia y son muy buscadas por coleccionistas, escritores y periodistas; se puede encontrar desde información deportiva como el legendario día que Racing fue Campeón del Mundo hasta el día que falleció Evita, el Che Guevara, Carlos Gardel, o la caída del Muro de Berlín, la bomba de Hiroshima o el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Sigo recorriendo, por acá otro local exhibe aún más tesoros antiguos, copas de cristal, vajilla inglesa y señoriales relojes que dieron antiguas horas; unos metros más allá se enmarcan cuadros artísticamente.
Regresan los trenes. Como una ráfaga imparable, la marea humana invade todo nuevamente y el túnel pareciera agitarse por su intenso trajín. Respiro, pasa el agite, mientras me siento a tomar un juguito de naranjas en el bar continúo viajando en mi imaginario retroceso en el tiempo. Es que todo tiene su historia... Estas galerías subterráneas nacieron como pasos peatonales entre Cerrito y Carlos Pellegrini. En octubre de 1949 se inauguró el Norte, pero como pasaje solamente, recién diez años después se transformó en galería comercial. Lo mismo sucedió con el paso peatonal ubicado al Sur del Obelisco. La idea de transformar los pasajes en galería comercial fue del millonario escritor cordobés Raúl Barón Biza quien se suicidó luego de arrojarle ácido sulfúrico en la cara a su segunda esposa.

Mi paseo bajo el asfalto frenético termina, ahí regresa el gentío sin un segundo demás; pero al despedirme algunos fanáticos de la historia de la Ciudad me comentan que el pasaje fue construido en realidad como refugio antibombas... yo escucho incrédula pero aquella formidable colección de 730 soldaditos de plomo, me dice que sí.