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Prometeo Encadenado. Escultura de N. S. Adam |
El rococó fue el estilo artístico que predominó en el siglo XVIII, hasta la
Revolución Francesa. Liberado de los contenidos religiosos del Barroco, el arte, que pretendía agradar más que impresionar, se hizo ligero y mundano, lleno de intimidad y delicadeza. El recargamiento, la sinuosidad, la fantasía y el artificio fueron la solución expresiva al deseo de lujo y ostentación de las clases privilegiadas europeas, y Francia, con su opulenta y frívola corte, fue el gran centro de difusión.
El rococó fue la expresión creativa más apropiada para una sociedad cambiante y en crisis que comenzaba a mostrar un acentuado gusto por los placeres mundanos, lo superficial y lo galante. Su principal punto de referencia, el rey y su corte, fueron, junto con la burguesía, los auténticos promotores de este estilo artístico.
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Salón Gasparini, en el Palacio Real de Madrid |
El rococó nace en Francia durante los últimos años del reinado de
Luis XIV, desde donde se difundió al resto de Europa. El término, que surgió a partir del año 1730, deriva de la palabra francesa
rocaille, alusiva a un tipo de decoración constituida por algas, pequeñas piedras y caracolitos que recubrían las superficies. También es conocido como estilo Luis XV ya que fue durante el reinado de este monarca francés que estuvo en plena moda. Las formas decorativas adquirieron un papel cada vez más relevante, mientras las artes mayores cedían su protagonismo ante la profusión ornamental.
La pintura y la escultura pasaron a ser un elemento decorativo más, y la arquitectura se recubrió con todo tipo de formas abstractas y naturalistas: máscaras, pájaros, monos, emparrados, trofeos, flores, cuernos de la abundancia, guirnaldas, frutas, medallones esculpidos, instrumentos musicales, piezas de caza, figuras alegóricas, etcétera.
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Petit Trianon, Versalles |
Por lo general, esta ornamentación se realizaba en estucados dorados y plateados, que cubrían paredes pintadas preferentemente con suaves azules, rosas, amarillos y blancos, junto a murales y cuadros ilusionistas y coloristas de estilo cortesano, o bien enmarcaba puertas, ventanas y hornacinas. Todo ello contribuía a crear un marco muy contrastado, con numerosos espejos, muebles, telas y objetos tan importantes ya como el resto del conjunto.
Gustaron mucho los temas orientales, o chinoiseries, en tonos pastel, utilizados sobre todo en la porcelana, material que encontró en el estilo rococó amplio campo para su aplicación. En este siglo se fundaron en varios países las manufacturas reales que abastecieron la amplia demanda de la aristocracia. Meisen en Sajonia, Sèvres en Francia, Chelsea en Inglaterra, Capodimonte en Nápoles y la fábrica del Buen Retiro en España.
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Pavillon Français, Versalles |
El ornamentalisno del rococó propició que desde un principio se le negase la categoría de estilo artístico y fuese considerado una mera variante del Barroco. De hecho, en Inglaterra quedó limitado al diseño de mobiliario y objetos decorativos; en Alemania, Austria y España dominó el siglo XVIII, adaptándose a los gustos y características locales, y casi siempre vinculado a ambientes contrarreformistas y cortesanos.
Aparte de Francia, los países germánicos fueron los que mejor acogieron este estilo, que alcanzó en ellos su máximo grado de exuberancia y recargamiento en palacios, mansiones y grandes construcciones religiosas.
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Posada de Estoi, Portugal |
Maestros de la Pintura Rococó Francesa
La proliferación de la pintura decorativa no puso freno al desarrollo del arte pictórico: sometidos y subordinados al gusto rococó, surgieron grandes creadores de obras de brillante colorido, movilidad y ligereza. Las características fundamentales de la pintura rococó son el gusto por los colores pastel brillantes, y los temas frívolos y cortesanos, que esconden cierta intención crítica e incluso maliciosa, pues se trataba de poner en tela de juicio la doble moral de las clases dominantes. Son frecuentes también las escenas mitológicas.
Antoine Watteau fue el pintor de más talento. Gustaba de las escenas galantes y costumbristas, pintura mitológica, desnudos y paisajes. Todas sus obras rebosan realismo, cierto aire melancólico y denotan una notable maestría técnica y compositiva, pese a su aparente fantasía y artificio.
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Peregrinaje a la isla de Citerea |
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Les Champs Elysées |
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Mezzetin |
François Boucher aprendió de Watteau el dominio del dibujo y la exquisitez de la pincelada. Su estilo fue bucólico, de ejecución rápida, destacado cromatismo y fuerte ornamentación. Protegido de Madame de Pompadour, favorita de Luis XV, fue nombrado pintor del rey.
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Alegoría de la Pintura |
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El Rapto de Europa |
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Madame de Pompadour |
Jean Honoré Fragonard aprendió de Boucher la técnica de dibujo, aunque con un estilo más delicado, detallista y espectacular. Cultivó el paisaje, la temática mitológica y el erotismo. Lamentablemente, su muerte puso fin a la vivacidad y fantasía del rococó.
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The Musical Contest |
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The Happy Lovers |
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El Columpio |
A partir de la segunda mitad del siglo, el rococó fue progresivamente sustituido por la austeridad y la moderación neoclásicas. Desde entonces, sus exageradas formas fueron para muchos sinónimo de mal gusto; no obstante, han permanecido como el reflejo visible de una época y un modo de vida vinculados al lujo y la frivolidad.
La Pintura Veneciana del XVIII
En Italia, y especialmente en Venecia, el rococó experimentó un impresionante desarrollo, patente en la obra de pintores como Tiépolo y Canaletto.
Las obras de Giambattista Tiépolo se caracterizan por sus colores encendidos y su enorme libertad para organizar los espacios. Los temas mitológicos y alegóricos, normalmente de gran formato, están tratados con desenfado, teatralidad y frivolidad.
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El Triunfo de la Virtud y la Nobleza sobre la Ignorancia |
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Escipión el Africano liberando a Massiva |
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Bellerophon on Pegasus |
Canaletto pintó paisajes a modo de grandes escenografías, en los que su máxima preocupación era la luz y los valores atmosféricos, pero sin apartarse del dibujo preciso y el tema fundamental de su obra es la ciudad de Venecia, de la que realizó innumerables vedute (vistas panorámicas).
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El Gran Canal y la Iglesia de la Salud |
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El Castillo de Alnwick en Northumberland |
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The Thames and the City |
Las escenas cotidianas de la vida veneciana también fueron el motivo principal de los cuadros de género de dos importantes contemporáneos de Canaletto, Guardi y Longhi.