martes, 26 de abril de 2011

El Regreso de Eiximenis

Hace ya un año atrás comenté sobre Francesc Eiximenis, aquel religioso y polígrafo catalán que se dedicó a la enseñanza y, a pedido de Pedro el Ceremonioso, redactó una vasta enciclopedia moral para saber gobernar: Lo Crestià (El Cristiano).
La obra fue iniciada en 1379 y trata sobre "todo el fundamento del cristianismo y todo lo que conviene a quien siga la vida cristiana y quiera aprovechar y acabar sus días en ella".
Hoy retomo con la ciudad ideal imaginada por el eximio teólogo aunque en esta oportunidad nos alecciona sobre clases sociales y protocolo y advierte sobre las profesiones relacionadas con la Ley y el Derecho, a saber:
Los habitantes de la ciudad se dividen y organizan en tres apartados.
Pertenecen al Mayor los ciudadanos honrados que viven de sus rentas, como los caballeros a los que se les dispensará un trato similar. Si, por ejemplo, estos fueren condenados a muerte serán decapitados, no ahogados ni colgados.
El grupo Mediano lo forma la clase media: juristas, notarios y mercaderes poderosos.
Forman el tercero o Menor las personas que se ganan la vida como artesanos y menestrales, plateros, zapateros, herreros... que no reciben el nombre de ciudadanos sino el de habitantes y vecinos de la ciudad.
No incluía como vecinos y mucho menos como ciudadanos a peregrinos, mensajeros, habitantes temporales, sirvientes ni libertos.
Los cargos estaban reservados a los Mayores, a los ciudadanos honrados o patricios, quienes obligados por su posición debían cultivar las virtudes en grado sumo: decir siempre la verdad, ser leales, no despreciar a nadie, velar por la comunidad, impedir que se hable mal o se ridiculice a los ausentes, aconsejar con lealtad, rehuir las malas compañías; ser cortés, educado, hospitalario, evitar la ira, entre otras múltiples cualidades. Pero lo que había que castigar más que todo era la avaricia, este vicio debería castigarse expulsando al avaro de la ciudad para toda su vida y cuando muera, ser enterrado entre los asnos.


Sólo los ciudadanos mejores y más sabios debían estar junto al príncipe para servir a la comunidad. Tambien aconsejó sobre la edad y el sexo de los consejeros. Advirtió que siempre se debe dar prioridad a los veteranos porque los jóvenes y las mujeres son apasionados y carecen del mínimo sentido común y de la sabiduría necesaria para gobernar.
Aconsejaba que los políticos debían ser pocos porque las multitudes siempre son proclives a discusiones y peleas, además si se equivocan es mejor culpar a unos pocos.
Los consejeros debían procurar el progreso de la comunidad, cuidar muy bien de la "cosa pública", limpiar la ciudad de inútiles, ociosos -con excepción de mendicantes- y de quienes practicaban oficios y artes perjudiciales para la comunidad tales como magos, hechiceros, nigromantes y alcahuetes.
Eiximenis acusaba a los alcahuetes de romper matrimonios o dar lugar a hijos ilegítimos o bastardos. Aunque la presencia de un bastardo en las casas nobles podría ser útil para encargarse de negocios impropios de un auténtico noble.
Asimismo consideraba peligrosos para el matrimonio quienes tientan a las mujeres casadas predisponiéndolas a entregarse a cualquier hombre como si fuera un animal; a quienes las asaltan en lugares apartados y a los chantajistas que las amenazan con divulgar hechos inconfesables, reales o inventados...
Volviendo a los consejeros, Eiximenis les recomienda no mezclarse con el vulgo, para eso deberá frecuentar poco las plazas y lugares multitudinarios porque demasiada familiaridad engendra desprecio y cuanto más se los conoce, mejor se ven sus defectos.
El regidor se presentará en público sólo en caso de necesidad y se presentará tarde, tal como corresponde a su persona.
Se mostrará sonriente, sin llegar a la carcajada, hablará en primer lugar y pausadamente, debiendo tener previamente estudiado qué va a decir o hacer y cómo. Después escuchará, se mostrará benévolo y no dará la razón a nadie en todo, salvo si quiere que el otro se calle.


Siguió con las profesiones relacionadas con la Ley y el Derecho.
Según el fraile, también debían ser pocos.
Escribanos y notarios dan fe, pero como son pocos los hombres en los que se puede creer, no deben ser muchos. Los escribanos deben ser personas agudas y sutiles, muy bien elegidos, capaces de entender los contratos, muy conocedores porque con su pluma pueden hacer que las propiedades se pierdan o se ganen.
Los notarios por su elevado estado están llamados a cobrar grandes salarios pero si su número se multiplicara serían pobres y se prestarían a falsificar documentos.
Fiscales y alguaciles, también, pocos. Porque los fiscales, a veces, acusan por los intereses y derechos que les corresponden y encuentran crímenes donde no los hay siempre que los beneficie a ellos o a sus señores.
Y sigue, cuantos menos alguaciles, mejor, porque por dinero pueden diferir la ejecución de las sentencias.
Por último, les toca el turno a abogados y juristas: deben ser pocos porque se consideran dignos de un alto estado y para conseguirlo, cobran grandes salarios, dilatan pleitos, aceptan muchos, se ocupan de pocos y convierten lo claro en oscuro. Sentenció: -es un oficio importante si lo realizan hombres honrados pero cuando lo ejercen deshonestos se convierte en una desgracia para el cliente.
Es palabra de Eiximenis.

martes, 19 de abril de 2011

Cristianismo Temprano: Persecuciones, Catacumbas y Mártires

Jesús de Nazareth inició en 27 a.C. la difusión de su doctrina: predicó el amor al prójimo, anunció el Reino de Dios y se presentó como su Hijo y Mesías. En muy breve plazo, reunió discípulos de todos los medios sociales y el número de adeptos creció rápidamente. Tanto, que en su entrada en Jerusalén, durante la Pascua del año 30, fue aclamado por las multitudes.

Entrada de Jesús en Jerusalén

Tanta popularidad atemorizó a saduceos y fariseos que tomaron medidas contra quien consideraban un alborotador. Jesús fue entonces acusado de blasfemia. El Sanedrín -máxima autoridad religiosa judía- después de requerir la intervención del gobernador romano, Poncio Pilatos, lo condenó a muerte.

Jesús es interrogado

Pero, tras su crucifixión y legendaria resurrección, sus discípulos empezaron su tarea evangelizadora propagando la nueva religión. Los primeros cristianos vivían dentro del marco espiritual de la sinagoga y participaban en los sacrificios y cultos judíos. Sólo la celebración en sus casas de la eucaristía, instituida por Jesús en la Última Cena, los distinguía del resto de la comunidad hebrea. Además, la vida cristiana pronto se caracterizó por la idea de la fraternidad. Existía la preocupación por los pobres y por los que padecían por causa de la fe, exigía pureza de costumbres e imponía la confesión pública de los pecados.

La Última Cena

Los judíos de la diáspora, los más abiertos a las influencias culturales, se convirtieron en el puente de transición entre la joven doctrina y el mundo grecorromano. Pablo de Tarso (10 d.C.- 67 d.C.), de raíces judías pero ciudadano romano de nacimiento, era un fariseo observante y fue el más enconado perseguidor de los cristianos en la región de Damasco. Pero, en el año 33, cuando se dirigía de camino a esa ciudad tuvo una revelación y se convirtió a la fe cristiana. A partir de entonces se distinguió por su espíritu apostólico y viajero. Impulsó el cristianismo, fundó numerosas comunidades cristianas en el Mediterráneo y fue el primer teólogo. Murió decapitado, víctima de la persecución de Nerón.

Conversión de San Pablo

Pedro, designado por Jesús como cabeza de su Iglesia, trasladó el centro del cristianismo de Jerusalén a Antioquía y desde aquí a Roma, donde murió martirizado en la primera persecución.

Crucifixión de San Pedro

Para el año 200, el cristianismo tenía adeptos prácticamente por todo el Imperio Romano. Un siglo más tarde alcanzaba los límites de Persia y de la India, y ya existían regiones y ciudades donde era la religión mayoritaria. Como contrapartida, el cristianismo sufrió sangrientas persecuciones. La primera la emprendieron los propios judíos y causó la muerte en Jerusalén de San Esteban por martirio.

Martirio de San Esteban

Sin embargo, también los emperadores romanos oficializaron las persecuciones contra los cristianos. El primer episodio ocurrió entre los años 64-68 por motivos inciertos y, ante la perspectiva de sufrir una muerte violenta como la de Jesús, las catacumbas -cementerios subterráneos que gozaban de protección legal- les sirvieron de refugio. Allí enterraban a sus muertos, practicaban las ceremonias del culto y adquirieron un valor religioso consagrado por el resto de los mártires quienes cayeron bajo el ataque del Estado, que veía a la nueva religión como una creciente amenaza.

Catacumba


La acusación de haber incendiado Roma que Nerón vertió sobre ellos demostró que esta secta minoritaria carecía de una buena reputación popular. Los cristianos también se reunían en casas particulares y para reconocerse entre sí usaban la cruz, por la crucifixión; la paloma, porque su hígado carecía de hiel; y el pez, porque, en griego, "ijtys" (= pez) formaba la sigla de "Jesus Cristo Theú Yos Soter", que significa: "Jesucristo, hijo de Dios, salvador". A partir del siglo III, se añadieron motivos paganos, como la figura del Buen Pastor. Perseguidos sin tregua, muchos de ellos fueron muertos por crucifixión o quemados vivos para servir como lámparas en el jardín del propio emperador. En los circos, fueron devorados por las fieras. Sin embargo, miles de personas eligieron morir como mártires antes que renunciar a su nueva fe.

Antorchas Humanas

Pero paradójicamente, el ejemplo de los mártires les proporcionó una propaganda inesperada. Las persecuciones fueron reprobadas por los mismos emperadores, pero sin embargo en 202, Septimio Severo nuevamente condenó bajo pena de muerte la conversión al cristianismo. Su edicto provocó durísimas persecuciones en el siglo III, alegando que los cristianos despreciaban la religión oficial y que eran una fuerza disgregadora de la unidad imperial. En 302, fueron excluidos de la milicia y de los cargos públicos. Se confiscaron sus bienes, se prohibió su culto y se destruyeron sus centros de reunión. También se impuso la obligación de ofrecer sacrificios a los dioses romanos y al emperador, los que se negaron fueron esclavizados. Felizmente, las persecuciones terminaron en 313 cuando Constantino promulgó el Edicto de Milán.

martes, 12 de abril de 2011

Vincent Van Gogh, el Pintor que Exaltó el Color

Autorretrato

Fue un hombre torturado, un genio incomprendido. Simboliza al artista solitario y rebelde que vivió enfervorizado por la pintura pero por su controvertida personalidad experimentó continuos fracasos y apenas fue valorado en su época; actualmente vale millones y es uno de los más destacados representantes del postimpresionismo. Vincent Van Gogh nació en el pueblito holandés de Groot-Zundert el 30 de marzo de 1853 en el seno de una familia protestante y desde su niñez la religión y el arte formaron parte de su vida. En 1869 entró como aprendiz en la galería de arte Goupil, en La Haya, de la que uno de sus tíos era socio. Gracias a su facilidad para aprender idiomas, lo trasladaron a la filial británica de la misma galería y de ésta a París, pero después de una crisis personal su relación con Goupil terminó en la Navidad de 1875 y volvió a su casa. Un tiempo después decidió seguir los pasos de su padre como pastor protestante y se dirigió a Amsterdam para estudiar Teología. Allí le asignaron una misión evangelista en Bélgica, donde la gente vivía en la mayor pobreza. Al ver tanta miseria nació en él la idea de llevar a cabo su misión a través del arte y se comprometió tanto que llegó a regalar su propia ropa a los pobres y a vivir en una austeridad extrema. Esta actitud de Van Gogh, como tantas otras, fue mal interpretada. Sus superiores en la Iglesia no aceptaron la forma en que ponía en práctica su fervor religioso y lo relevaron del cargo, pero Vincent decidió quedarse un año más en la región dedicándose a dibujar. Finalmente, a los 27 años se entregó completamente al dibujo y la pintura.
Durante su primera época (1880) pintó sobre todo retratos de campesinos, trabajadores y paisajes de áspero realismo a base de colores oscuros y monótonos y pinta su primera obra maestra: Los Comedores de Papas, que muestra a una familia campesina rodeada por una atmósfera de profunda miseria.

Los Comedores de Papas

En 1886, se fue a vivir a París con su hermano Theo quien trabajaba como marchand y con quien siempre mantuvo una buena relación. En la capital del arte conoció a otros pintores como Toulouse-Lautrec y Gauguin. En este período -comprendido entre 1886 y 1888- Vincent pintó unos 200 lienzos, entre ellos 23 autorretratos.

Noche Estrellada sobre el Ródano

Café du Tambourin

Mujer Paseando en el Jardín

Interior de Restaurante

Anémonas

Autorretrato

Autorretrato

Autorretrato

Lamentablemente las maneras bruscas de Van Gogh y su afición por las bebidas alcohólicas le habrían impedido relacionarse bien con los otros pintores; su hermano Theo fue el único que entendía su atribulado mundo interior y la única persona capaz de soportar el difícil carácter del pintor. En 1888 dejó París y se trasladó a Arles, en el sur de Francia. Su hermano respaldó la idea de formar allí una colonia artística y, entre ambos, convencieron a Gauguin para que viajara a Arles. Mientras esperaba la llegada de su amigo, Van Gogh pintó El Café de Noche y La Habitación de Vincent.



El Café de Noche

La Habitación de Vincent

Pero sin duda Los Girasoles es la más famosa serie de naturalezas muertas de Van Gogh. También la pintó en Arles mientras esperaba la llegada de Gauguin con la intención de que decorara el cuarto de huéspedes que preparaba para su amigo.

Los Girasoles

Este cuadro está realizado con la técnica del "empaste" que produce un efecto tridimensional, como si los colores surgiesen de la tela. La técnica consiste en apretar directamente el tubo de pintura sobre el lienzo, a veces en sucesivas capas, como se advierte en La Playa de Scheveningen, en la que incluso se incrustaron algunos granos de arena.

La Playa de Scheveningen

Gauguin llegó a Arles y en un principio los dos pintores pudieron tolerar sus evidentes diferencias de carácter, pero pronto la relación se vio afectada por una discusión muy violenta. Van Gogh amenazó a su amigo armado con una navaja de afeitar. Gauguin consiguió huir pero Vincent utilizó la navaja para cortarse el lóbulo de una oreja. Este episodio provocó un escándalo en el pueblo y Van Gogh debió permanecer dos semanas internado en el hospital.

Autorretrato

Al poco tiempo, en 1889, volvió a ser hospitalizado después de sufrir alucinaciones. En este período de internación hizo su famoso cuadro Noche Estrellada.

Noche Estrellada


Durante los últimos años de su vida a menudo no se encontraba en condiciones de trabajar por su enfermedad. Sin embargo, en este período produjo alrededor de la mitad de sus obras más destacadas. Llegó a pintar una tela por día, y se calcula que en total realizó unos 800 cuadros y 500 dibujos.

Paisaje con Carro y Tren al Fondo

Casa de Campo

La Ronda de los Presos

L'Enfant a l'Orange

Primeros Pasos


La Iglesia de Auvers


Retrato del Doctor Gachet


La Siesta

El Jardín del Hospital de Arles

Mademoiselle Gachet dans son Jardin

Muy atormentado por fuertes alucinaciones, en el atardecer del 27 de Julio de 1890, Vincent tomó el sendero de Auvers desde el que había pintado su último cuadro, Campo de Trigo con Cuervos, y se disparó una bala en el pecho con una pistola. Luego, sangrante y sudoroso, volvió al albergue y agonizó lentamente, dando bocanadas a una pipa y rodeado de su hermano Theo, el doctor Gachet y algunos amigos.

Campo de Trigo con Cuervos

Murió a la 1.30 de la madrugada del 29 de Julio de 1890 en Auvers-sur-Oise, Francia, a los 37 años de edad. Hoy en día la inmensa obra de Vincent Van Gogh alcanzó la gloria, pero a su muerte sólo había conseguido vender un cuadro: Viñedos Rojos en Arles.

Viñedos Rojos en Arles