domingo, 27 de febrero de 2011

Querido General Don Manuel Belgrano

General Don Manuel Belgrano
Creador de la Bandera Nacional Argentina

A Don Manuel Belgrano, "paladín quijotesco de Argentina", algunas de sus frases lo pintan de cuerpo entero: "¿Qué quieren de mí? si es necesaria mi vida para asegurar el orden público, aquí está mi pecho; quítenmela". Con estas palabras Belgrano demostraba su patriotismo desinteresado, su contracción al trabajo y su fuerza moral para enfrentar adversidades.
El creador de la Bandera Argentina fue un hombre comprensivo, de gran inteligencia y tan humano como cualquier otro pero con la gran diferencia que resignó y donó todo por luchar y soñar por su patria. Consagró su vida íntegra al servicio de su país.
Fue un gran defensor de Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas, y un lúcido ideólogo de la Revolución de Mayo; asimismo promovió el comercio, la cultura y el imperio del derecho.
También fue general para su inconveniencia  personal -éste no era su oficio- de ejércitos improvisados y mal alimentados, pero heroicos. Venció y también fue vencido en batallas fundacionales, casi mitológicas. Aquella imagen de un Belgrano débil de carácter no se corresponde en absoluto con la realidad; si bien era un hombre refinado aplicaba la disciplina militar con todo rigor. Fue severísimo consigo mismo y con sus subordinados.

General Don Manuel Belgrano

Se sabe que destinaba sus sueldos al socorro de las necesidades del mismo ejército y desterró de su persona y de su casa todo lujo y hasta las comodidades más necesarias.
Por los triunfos espectaculares de Salta y Tucumán, la Asamblea del Año XIII decidió premiarlo con 40.000 pesos oro (que serían un millón y medio de dólares de hoy) pero el general no dudó y dijo: "He creido propio de mi honor y de los deseos por la prosperidad de mi patria, destinar los cuarenta mil pesos que me fueron otorgados como premio por los triunfos de Salta y Tucumán, para la dotación de escuelas públicas de primeras letras." Y agregó: "mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella".
Viendo su ejemplar trayectoria San Martín dijo de él: "fue un hombre lleno de integridad y talento natural, es de lo mejor que tenemos en  América del Sur".
Domingo F. Sarmiento dijo de Belgrano: "es el espejo de una época grande".
Hombre sacrificado hasta el final, falleció a los 50 años de edad, olvidado y en la miseria; pero con el paso de los años la conciencia pública despertó y su figura finalmente resurgió como el representante del idealismo más puro, sirviendo de claro ejemplo de grandeza, dignidad y pundonor.

jueves, 24 de febrero de 2011

San Telmo, Bohemio y Colonial


Barrio bohemio y encantado San Telmo es ideal para el paseo sereno e imaginar el pasado. Los vecinos lo adoran y se sienten fuertemente vinculados con su identidad e impronta; tanto es así que el 9 de Julio de 1960 fue declarado simbólicamente "República de San Telmo" y hasta le diseñaron su propio escudo.
Ubicado en el sur de la ciudad de Buenos Aires, está delimitado por las calles Chile, Av. Ingeniero Huergo, Brasil, Av. Paseo Colón, Av. Martín García, Defensa, Av. Caseros y Piedras.


Pintoresco, conserva su imagen antigua con casas de la época colonial. Sus callecitas empedradas, sus farolitos y sus locales de antigüedades, son capaces de sumergirnos en un novelesco viaje al pasado. Cada edificio tiene una rica historia y perderse por alguna esquina silenciosa es comenzar a imaginar situaciones que puedan haber sucedido años ha. Al caer la tarde el barrio se cubre de una atmósfera de romanticismo, tango y nostalgia. Pródigo en edificios emblemáticos, San Telmo cuenta con una de las más antiguas iglesias de la ciudad, la de San Pedro Telmo -patrono de los navegantes-, es casi tricentenaria, guarda las reliquias del santo y conserva numerosas imágenes y óleos muy antiguos.

Iglesia de San Pedro Telmo

Museos, anticuarios, famosos reductos tangueros -como El Viejo Almacén- y el grandioso Parque Lezama son sólo algunas de sus múltiples atracciones. El tradicional barrio cuenta además, con la histórica Plaza Dorrego, la más antigua de la ciudad después de la Plaza de Mayo. Fue aquí donde el pueblo de Buenos Aires reafirmó la independencia declarada en 1816 en Tucumán.

Plaza Dorrego

Hasta 1897 funcionó un mercado de abasto y ahora es famosa por la feria dominical que se desarrolla desde 1970 con numerosos y variados puestos ofreciendo los objetos usados más diversos. Desde discos de pasta, victrolas, libros, insignias, ropa y alhajas, postales, mapas y carteles publicitarios, cacerolas de cobre, botellas, copas, herrajes y juguetes se exhiben junto al arte espontáneo de músicos, mimos, cantores, bailarines, pintores y curiosos personajes barriales.
Verdadero tesoro cultural, "La República de San Telmo", de personalidad única, guarda celosamente la memoria histórica de la Ciudad de Buenos Aires.

lunes, 21 de febrero de 2011

La Gran Huelga de Inquilinos de 1907

Entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX numerosos contingentes de inmigrantes europeos arribaron por barco a las costas de la ciudad de Buenos Aires.
Durante los primeros cinco días en el país, su primera morada era el Hotel de Inmigrantes y luego eran trasladados a sus nuevos destinos, pero la gran mayoría no tenía dónde ir. Entonces eran ubicados en inquilinatos y casas de pensión que tampoco eran suficientes, la ciudad estaba desbordada. A mediados de 1890, en Buenos Aires se apiñaban casi cien mil inmigrantes en 2.249 conventillos y el ritmo no se detenía, los datos dicen que para 1915 eran 5 millones los recién llegados a la ciudad.


Esta situación fue vista como una oportunidad por los propietarios de los palacetes de la zona sur, ya que sus propiedades habían quedado abandonadas cuando se desató la epidemia de fiebre amarilla que habían traído las tropas argentinas cuando volvieron de la Guerra del Paraguay.
Los dueños reformaron las mansiones con la idea de dividirlas y alquilarlas por habitaciones, dando origen a unas precarias viviendas. El ingenio popular las bautizó irónicamente "conventillos" como diminutivo de convento, por la multiplicidad de sus cuartos donde vivían hacinados.


Las precarias piezas eran insalubres, muy frías en invierno y super calurosas en verano, incluso algunas habitaciones eran de madera y chapa. Esta era la única posibilidad de vivienda que tenía la mayoría de los recién llegados y lo que agregaba tensión a la desfavorable situación era el aumento de los alquileres por la inflación y, los salarios que -como siempre- quedaban rezagados.
Este gran malestar dio por resultado una novedosa e histórica huelga de inquilinos en Buenos Aires a la que se sumaron inquilinos de Rosario, La Plata y Bahía Blanca, en el mes de agosto de 1907.
Oradores populares surgían por todas partes arengando e incitando a los inquilinos a no pagar los alquileres y resistir a los desalojos tenazmente. Se verificaban manifestaciones callejeras en todos los barrios. Bajo el lema "Barramos con las escobas las injusticias de este mundo" salieron a las calles a protestar con sus escobas a modo simbólico.


Hubo represión policial y comenzaron a desalojarlos; a los anarquistas y activistas que lograron detener se les aplicó la Ley de Residencia y fueron expulsados del país. El gremio de los carreros se solidarizó con los desalojados y colaboró trasladando a las familias a campamentos organizados por sindicatos anarquistas, donde el gremio gastronómico les preparaba la comida en grandes ollas populares.
La huelga duró tres meses, y sobre el final de la desigual lucha los huelguistas lograron mejorar un poco su hábitat y la rebaja de los alquileres.